1949 ~. En Madrid, aparecen dos publicaciones en las que ya se perfila al gran antologador y traductor de poesía, ambas publicadas por el Seminario de Problemas Hispanoamericanos.
Por una lado, Panorama y antología de la poesía norteamericana (333 p.) que recopila y traduce José Coronel Urtecho, tío y mentor intelectual de Cardenal, a la cual acabará añadiéndose este último en posteriores ediciones. Esta 1ª edición se encuentra en la Biblioteca Nacional de México.
Por el otro, la compilación de Orlando Cuadra Downing, Nueva poesía nicaragüense (512 p.) con una introducción de Ernesto Cardenal, titulada “Ansias y lengua de la poesía nueva nicaragüense”, un largo ensayo fruto de la tesis del poeta en la UNAM. La edición de Downing se encuentra en la Biblioteca Nacional, así como la tesis de Cardenal, dedicada a Rafael Heliodoro Valle.
1949 ~. Gracias a Ernesto Mejía Sánchez, que residía en México desde hacía varios años, aparecen en la revista católica Ábside (año. XIII, vol. 1), versiones de poemas de Thomas Merton traducidas por Ernesto Cardenal, sobre la vida monacal y el monasterio de Gethsemaní: “1) Trapenses trabajando”; “2) La biografía” y “3) Cementerio trapense, Gethsemaní”. (pp. 101-107)
1948 ~. 17 de septiembre. Según su carta de admisión académica, Cardenal debe comenzar en esta fecha el posgrado en Literatura Norteamericana en la Universidad de Columbia durante un año. Está obligado a pasar un examen de inglés y, a partir de esa evaluación, tomar clases para corregir cualquier deficiencia, lo cual hará al pie de la letra. Cardenal puede acceder a este posgrado revalidando sus estudios de Licenciatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (México) que cursó entre 1942 y 1947.
En Columbia, empieza su lectura y acercamiento, entre otras, con las obras de T. S. Eliot, William Carlos Williams y Ezra Pound, del que se volverá un gran traductor y epígono. En esos años también se entera por una reseña en The New York Times del libro de “un poeta joven trapense”: “Pronto estaba comprando en una librería los poemas de Thomas Merton. Más que su poesía, aún bastante primeriza, lo que más me interesaba es que fuera un monje trapense. Incluso traduje unos poemas, que Mejía Sánchez hizo publica en México, en la revista Ábside.” (Vida perdida, 49)
Otra de sus primeras traducciones “oficiales” entonces es un discurso que Nelson Rockefeller pronunciaría a su visita a México ante Miguel Alemán:
Pidieron que un estudiante de la International House [residencia de estudiantes, a orillas del Hudson, adonde se había mudado el poeta] tradujera el discurso al español y, como conocían mi currículum, me escogieron a mí. Hice un trabajo concienzudo, y entregué una buena traducción. Después el director se extrañó de que yo pidiera un pago por mi trabajo. A disgusto hizo que me extendieran un pequeño cheque por el tiempo empleado. Se suponía que la traducción de un discurso de Rockefeller ante el presidente de México debía ser gratis; no había por qué pagar eso. ¿Y a un estudiante? (Vida perdida, 47)
1951 ~. A su regreso de la Universidad de Columbia, Cardenal se asocia con varios poetas locales y crea una diminuta editorial independiente: El Hilo Azul. Uno de sus propósitos es publicar poesía traducida o poetas en hispanoamericanos que se ajusten a una poética conversacional, directa, sin sobrecargas metafóricas. El primer libro de la Colección Poesía de América también es el primero al alimón de la dupla de antólogos y traductores Urtecho-Cardenal: Lincoln de los poetas (El Hilo Azul, 1951), una antología de poemas estadounidenses en honor al “héroe” Lincoln. Se encuentra en la Biblioteca Nacional.
1949 ~. Invierno. Al concretar su posgrado en Columbia, Cardenal pasa el invierno y año nuevo 1949-1950 en España. En Madrid asiste a “la terturlia [de los martes] de don Eugenio d’Ors”. Visita Extremadura y Andalucía, y pasa por Valencia, y luego Palma de Mallorca, rumbo a Italia.
1950 ~. Febrero o marzo. Ernesto Cardenal no detalla nada de su paso por este país. Posiblemente se tratara sólo de una escala rumbo a París. Posiblemente también llegara en barco desde Palma de Mallorca-Ostia y luego Roma. Es un misterio que un católico no mencione ni de pasada la ciudad sede del Vaticano…
1950 ~. Marzo-. En París, Cardenal vive algunas semanas en una pensión del barrio latino con el poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas. Le sorprende ver, en las vitrinas de las librerías, el éxito de Thomas Merton, cuya obra La montaña de los siete círculos ya era un best-seller en varios idiomas. (Vida perdida, 60).
1961 ~. Junio. Aparece el número 17 de New Directions, una antología anual de la editorial, con traducciones de Thomas Merton de los nicaragüenses Ernesto Cardenal y Pablo Antonio Cuadra. La versión al inglés de Merton es “Drake in the Southern Sea”, que el poeta estadunidense preparaba desde 1959.
1959 ~. Abril-junio. En la Revista Mexicana de Literatura (año III, núm. 2) se publican “Tres poemas” de Ernesto Cardenal, pertenecientes a Hora 0, el inicio de su poesía política y documental. Cardenal le envía el número de la revista a Merton recién llegado a México el 9 de agosto de ese año. El impacto de esa poesía en Merton será inaudito.
1960 ~. Otoño. En la revista Estaciones (núm. 19, año V) aparece una traducción de Cardenal del poema “El circo” del gran amigo de Thomas Merton y editor en Jubilee, Robert Lax —con una breve nota introductoria. (p. 31-40). Es la primera traducción publicada de la gran incursión de Cardenal en la poesía beat. A través de Merton la traducción le llega a Robert Lax quien le escribe una carta de agradecimiento a Cardenal [s/n fecha], posiblemente hacia fines de año. Lax agradece ya la inclusión en una “antología”; Cardenal ya prepara con Urtecho su Antología de la poesía norteamericana.
1961 ~. No es fruto del azar que en el mismo coincida la publicación del primer libro de poesía de Cardenal, en honor a Catulo y a Propercio: Epigramas (UNAM, 1961) y el primer libro completo que traduce Cardenal: los Poemas (UNAM, 1961) de Thomas Merton. Ambos se publican gracias a la mediación de Ernesto Mejía Sánchez. El colofón del libro de Merton indica que salió de la imprenta el 9 de enero de ese año.
1963 ~. Se publica en Madrid la Antología de la poesía norteamericana (Aguilar, 1963, 504 p.) con selección y traducción de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal. El ejemplar se encuentra en la Biblioteca Nacional.
La segunda edición ampliada con nuevo prólogo de Cardenal se publica en Ciudad de México (Siglo XXI editores, 2016, 387 p.) y también se encuentra en la Biblioteca Nacional.
1957 ~. 14 de mayo. En plena primavera Cardenal ingresa al Monasterio trapense de Nuestra Señora de Gethsemaní, bajo la mentoría espiritual de Thomas Merton. Sobre el vuelo de llegada versa el arranque de Vida perdida (tomo I de sus Memorias). Después de una escala en El Salvador, en un avión de la Panamerican, la segunda es en Cuba, con destino Miami:
El Caribe estaba calmo como una laguna. A veces se veían bancos de corales sumergidos, misteriosísimos, de un verde claro muy diferenciados en medio del azul del mar. […] Hicimos escala en La Habana, y antes de llegar a ella el campo de Cuba a la luz del atardecer también me pareció maravilloso. La creación entera me parecía gritar a Dios […]. Y llegué a Miami. Aquel viajo lo quedé recordando para siempre como una cosa de sueño o alucinación, como un verdadero viaje al cielo, más que un vuelo rurinario de la Panamerican. En el aeropuerto de Miami esperé casi toda la noche, hasta las dos de la mañana. Quería leer pero estaba tan feliz que apenas podía concentrarme en la lectura (Vida perdida, 11)
1957-1959 ~. En el seminario Merton introduce a Cardenal a ciertos círculos amistosos, como el poeta Robert Lax, Marc Van Doren o el editor y también poeta James Laughlin, quienes serán cruciales para la labor traductológica de la poesía contemporánea estadunidense, en particular de sus versiones de los beatnicks. También a Merton la introducción a la poesía y espiritualidad de “los indios de América”:
Ya en la trapa empecé a leer los primeros libros de espitirualidad indígena, facilitados por Merton, que los pedía prestados a algunas bibliotecas […]. Y después a través de los años me fui haciendo cada vez mayor conocedor de estos temas indios, y mucha poesía mía también ha sido inspirada en ellos. Pero quien me inició en los indios fue Merton […] (Vida perdida, 161)
Durante su estancia en la trapa Cardenal también prosigue sus traducciones: “El trabajo de las mañanas lo tenía asignado a estar traduciendo la poesía de Merton al español, para ser publicada en México en una edición que había arreglado el poeta Mejía Sánchez y que seería ilustrada por nuestro pintor Armando Morales.” (Vida perdida, 167)
1959 ~. 7 de Agosto. Después vivir recluido en Gethsemaní dos años y tres meses, Cardenal emprende la salida del monasterio a fines de julio. Decide tomar el tren hacia México, adonde llega tras una semana de viaje el día 7. Lo hospedan en “la universidad de los jesuitas” (la Universidad Iberoamericana), “y Mejía Sánchez me reunió a los otros amigos de la época de estudiante, Tito Monterroso, Fedro Guillén, Rosario Castellanos, los hermanos González Casanova.” (Vida perdida, 248)
1961 ~. Hacia finales de año, Cardenal deja Cuernavaca para entrar al Seminario de Cristo Sacerdote, cerca de La Ceja, en Antioquia, a los pies de los Andes, no muy lejos de Medellín. Tiene relativa libertad y sigue colaborando incansablemente en varias revistas. Sobre ese ambiente epistolar y revistero apunta:
Margaret Randall se había casado con Sergio Mondragón y los dos dirigían El corno emplumado, y me escribían a cada rato. Serio era místico, practicaba yoga, después zen, realmente en la búsqueda de Dios. Miguel Grinberg [otro asiduo colaborador de El corno…] era un poeta loco que escribía desde Buenos Aires a todo mundo sin cesar, y fundó la “Liga de los Poetas de América”. Surgían revistas literarias por todas partes, con nombres como El Techo de la Ballena, El topo con gafas, Cormorán y Delfín, dirigida por un poeta argentino que había sido capitán de barco, o Sol Cuello Cortado, revista venezolana que se vio involucrada en el secuestro de un militar norteamericano. Sobre todo El corno, bilingüe, la revista que más duró, hizo que muchos poetas se conocieran, se unieran y escribieran entre sí. (Las ínsulas extrañas, 19)